domingo, febrero 01, 2009

La pena del aire

Ya tristemente devueltas a los dominios de Mauricio: piernas picadas, rodillas raspadas, más uñas, más pelo.
El pelo imita el tono seco del pasto que cubre toda la tierra bonaerense y está muerto de sed. El aire denso de los campos deshidratados, oh, santo bálsamo. Los días mayormente nublados, un amable gesto del jugador celestial para que la niña corra de una punta a otra, juegue con barro, trepe arbustos, persiga perros, viva mojada y se canse. Se canse y quede privada como le dicen mis amigas de Perú a caer muertas o sumergirse en un sueño pesado, profundo. Las lluvias cortitas también se agradecieron, las siestas en la hamaca. Solo queda el gustito semiamargo de cuando algo se apaga. Hipotensión. Verano que me hinchaste el alma.

2 comentarios:

- dijo...

Tu prosa me permitió empaparme de mil sensaciones empíricas inteligibles.
Transmitís de tal manera que los vestigios de irrealidad se vuelven sumamente palpables.
Te felicito.

Salud!

nv dijo...

TRova, mil gracias, lo que decís lo hipervaloro aun más sabiendo de la distancia geográfica latente. Mucho es mi asombro y mucho más mi placer.
Salut!