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Compañeras_os,
voy a intentar ser precisa y adjetivar lo menos posible. Les pido que, de acuerdo o no con la sustancia de este mensaje, lo hagan circular a través de foros y blogs sin omitir la firma (mi responsabilidad sobre cada enunciado) ni los comentarios que consideren oportuno agregar. Espero promover un debate necesario.
David Viñas acaba de romper la Cátedra de Problemas de Literatura Latinoamericana y formó otra ¿igual? ¿semejante? que dictará clases en el primer cuatrimestre. Aún cuando David Viñas hace años que no pisa un aula, la facultad aprobó la proliferación catedrática sin solicitarle garantías. Hago hincapié en el hecho de que no se trata de una Cátedra paralela formada a la luz de divergencias teóricas o ideológicas confrontadas, a su vez, en discusiones que, llegado un punto, no encontraron un destino mejor. Por el contrario, las contadas ocasiones en que Viñas (nos) reunió a los docentes de su Cátedra (para "consensuar" un programa) anuló el disenso apelando a chicanas y elevando el tono de voz (¡una experiencia escalofriante, lo juro..!).
La verdad es que no puedo decirles mucho más ya que David Viñas no nos comunicó su decisión personalmente. Aunque esto último resulta una verdad a medias. Recapitulo: a fin del 2007, David Viñas se dio por ofendido a raíz de un artículo publicado/firmado por Marcela Croce en el que, según su febril interpretación, la profesora adjunta elegida por él, agravió su prestigio intelectual.
Aferrándose al culto a la personalidad despechado, Viñas irrumpió a los gritos en el despacho del Secretario Académico y pidió "la cabeza" de la doctora Croce. Luego tomó como cómplices a Gabriela García Cedro (JTP dedocrática), Mariana Bendahan (ayudante, burócrata debutante en ineficiencias stalinistas), Susana Santos (funcionaria sonriente y necesaria para obtener la rápida sustanciación de designaciones, aprobaciones y otras menudencias reglamentarias) y a Pablo Valle (ayudante e inclasificable), y se lanzó a una aventura conocida: hacer trizas lo que nunca supo construir.
Así las cosas, la materia Problemas de Literatura Latinoamericana que figura en la oferta del primer cuatrimestre del presente año académico, no es sino la partición inconsulta del grupo original, provocada por el titular/fundador de esa otra Cátedra la que, de hecho, abandonó hace años cuando dejó de cumplir con su compromiso de dictar clases teóricas, compromiso que dejó en manos de Croce (!).
A un costado la anécdota de un señor que, como cualquier trabajador a los 82 años, debería estar gozando de su jubilación, me resisto a reducir la razón de ser de una cátedra al mero procedimiento académico. La facultad sólo tiene sentido en tanto usina de ideas, de revueltas y de impugnaciones. Incluso, algunos simpatizantes de la izquierda deberían saber que la consagración de próceres es tarea de la derecha...
La actitud de David Viñas es la de un déspota que perdió el interés en la provocación y la vocación de honestidad, dos herramientas que fueron su insignia en otra época. Acaso haya que buscar en su propia obra la génesis de este estado de situación. Volver a leerla y revalorizarla. Del mismo modo, la crítica sobre sus textos. Pienso, por ejemplo, en las notas precisas de Daniel Link: "Es cierto, hay en los textos de Viñas un "ademán" balzaciano, una tensión permanente hacia la historia, la teoría y la ética en tanto valores que organizan el campo de la representación. Pero no menos cierto es que hay en Viñas (en el realismo) un resto, un desperdicio que no puede ser pensado en términos de totalidad sino en términos de resolución imaginaria de conflictos imaginarios: la idea de la patología".
María Iribarren