jueves, setiembre 07, 2006
Adorada Lucrecia
Otra de las fidelidades que Martel se impuso como guionista fue el respeto del modo de hablar de su región –el uso del artículo (“la mamá”) y del diminutivo, la anteposición del pronombre (“le digamos”), el uso del pretérito perfecto (“ha venido”), todos esas variantes dialectales que la “civilización” de Buenos Aires ha tendido a silenciar desde Sarmiento. “Es increíble el esfuerzo por hacer desaparecer los rasgos diferenciales de pronunciación”, dice Martel. “Tendemos a desconocer la importancia del habla en la constitución de la conciencia. Lo que ha primado mucho en el cine es la visión pajuerana de los porteños”.
Y ahora leo esto y me arrepiento de haberla llamado "intelectualoide". Igual dije que sus películas eran bellísimas. Lo que me pasa es que peco de falta de lucidez cuando miro desde mis cimas (mis gustos, mis fetiches) de paja absoluta.
No, sí, definitivamente mi espíritu "crítico" quedó enterrado.
No puedo objetivizarme y entonces objeto. Objeto todo el tiempo ¡Slap! (cachetada ante el espejo)
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