(sobre lo que debería escribir y la fiebre no me deja)
Nuestra hija que hoy cumple su noveno año.
Las voces que no me dejan dormir, el té que tiro por la rejilla, las pavas que pongo a hervir y me olvido: las bases que quemo así...
El niño que huye de sus presagios y habla con la voz ronca de otro apurando el pedaleo en su triciclo, esa desesperación; la novela que volvió loco a su autor: quinientas páginas de la misma frase repetida hasta la muerte con alguna que otra variación gráfica en cada página: lo que el resplandor no iluminó.
los juguetes en Oriente: las balas que usan los niños y no son líquidas, ojalá se les escurrieran entre los dedos, pero no.
Esa mujer admirable que se llama Luz. Me crió en mis primeros años, dejó de verme hace 18 y después de 26 mantiene su voz intacta.
El síndrome que mató a Peter.
La carrera de la urgencia hacia atrás. La carrera material.
Mi tía segunda madre recién vuelta de visitar a la suya...
El capricho dactilar crónico que no despega de la tecla "pause".
La novela abandonada: La traición de Rita Hay...
La vida sana que me cuesta: las frutas, las manos sucias de Jean Paul...(que hay que lavarse antes de comer) la política nuestra de cada día, el pan internacional, el pan de maiz, el litoral y las plantas: la lucha por el papel, los viajes que aumentan, las delicias de gluten
El sueldo en blanco, el trabajo en negro, la tele: siempre a todo volumen y a todo color que no me entretiene...
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