Muero sentada. Pierdo una dimensión.
Faltan quince minutos para irme y el teléfono sigue sonando con insistencia. Mi lista de llamados para pasar hoy a Jefes se parece a las vueltas de una calesita. Los nombres pasan y vuelven.
Si voy un rato al baño para alienarme, es probable que me asuste. Contra el muro de azulejos blancos, los paraguas negros colgados parecen murciélagos. Abajo de cada uno vive un charco parejo. Más allá de la ventana, todo sigue dark.
Por lo demás, los diarios hablan de treguas y eso tranquiliza. Algo empieza a correr.¿Algo empieza a correr?
Del Este volví para quedarme. Esta vez sí. Todo lo que me queda en materia de francos es el calendario de feriados nacionales. Aunque de acá a un par de años los ciclos lectivos nazcan, crezcan, se reproduzcan y mueran a kilómetros de mí, marzo es el mes del inicio oficial. Eso está en el disco duro.
Si voy un rato al baño para alienarme, es probable que me asuste. Contra el muro de azulejos blancos, los paraguas negros colgados parecen murciélagos. Abajo de cada uno vive un charco parejo. Más allá de la ventana, todo sigue dark.
Por lo demás, los diarios hablan de treguas y eso tranquiliza. Algo empieza a correr.¿Algo empieza a correr?
Del Este volví para quedarme. Esta vez sí. Todo lo que me queda en materia de francos es el calendario de feriados nacionales. Aunque de acá a un par de años los ciclos lectivos nazcan, crezcan, se reproduzcan y mueran a kilómetros de mí, marzo es el mes del inicio oficial. Eso está en el disco duro.
2 comentarios:
Nuestra tarde por ese texto: un gran cambio.
hubo happy end: pude tener mi siesta al final y te la debo, Nu.
beso grandeeee
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