jueves, setiembre 28, 2006

Propatriamori*



Anoche, a madrugada, cometo el error de rozar, con mi torpeza no es raro, el llamador de ángeles pero llegan para instalarse (y prometen por el resto de la semana o de la vida) según termine todo, las pesadillas. Cada media hora los noticieros cantan su estribillo del día. Yo estoy casi recién llegada. Con un pie allá y otro acá. Y el vaso de leche caliente con miel y canela antes de dormir me cae más que pesado: la pantalla del televisor avivando el fuego y los accidentes extraños en las sierras, el llanto contenido en el silencio caminado, la explosión en el discurso de la única oradora, e-te-cé.

La caja de resonancia, los escalofríos en la cama de afiebrada falsa me dictan: unheimlich, unheilmlich. Es el concepto equivocado si hilamos fino, ya sé: pero se me clava así: que el hielo, la era del retorno del trauma de los años negros haya pasado del discurso y el accionar político a la arteria popular más sensible, más tapada. No sé. Ella lo dijo bien: es un desaparecido de todos, y por eso siniestro: un eco tardío, inevitable. La sociedad está a punto. Del aviso de San Pedro que se llama infarto. Y es penoso que sea así pero es lo que hay y lamentamos (que no sea antes) esa última verdad: la de cuando las papas queman...

No es importante, es prioritario: controlar el estrabismo a la hora de hablar, no hablar y buscar buscar buscar el presente de un país entero secuestrado en forma de hombre. No hay culpa, no hay historia, no hay novela. Está vivo: el enemigo, por ahora, con certeza lamentable.


*Antonio Martínez Menchen
**Imágenes:" Bowl" y "Casco", de Nico Sara

2 comentarios:

sol dijo...

me gustó mucho este post, sobre todo la vuelta que le das a la memoria en tanto recuperación del presente: me gusta cuando algo supervacío toma otro contenido (y también me gustó el post anterior).

nv dijo...

lamentablemente sí el más reciente y crudo pasado argentino, hoy: puro presente material, no es sólo una cuestión de memoria.