viernes, enero 23, 2009

viernes, enero 16, 2009

Sobre el mes de los clones pretendidos



Ayer me traje a la escribanía algunas prendas para coser. Un pantalón mío y mallitas para achicarle a mi hija. No es que sepa coser, simplemente lo hago. Zigzagueo cicatrices bruscas en la premura de la necesidad. El objetivo es unir, imponerle algún sentido a las partes. Quedan pocos días (quiero irnos ya!) y esa babucha la amo. Así que aprovecho la escasez de trabajo que trae el sol de enero a la ciudad puro asfalto.Quedan pocos días y los tres trajes de baño dos piezas para Luz le quedaban bailando. Ayer me dediqué y ahora le quedan bien. Aunque ella se les resiste como a cinturones de seguridad, a presillas, broches y tiradores. Lucha no soporta nada que la ciña. Eso o tiene problemas con mi hechura. A veces me imagino que voy a cumplir con mi sueño módico de hacerle ropa y cuando por fuera los modelos luzcan fabulosos, por dentro los dobladillos y costuras bordearán lo siniestro. Ropa con interior cara de muñeco de cine de Burton. Nada más impresentable que una madre torpe, ya sé. Pero ella lo tiene claro, es lo que le tocó. Lo sabe porque se lo digo y al menos creo, que nos lo vamos a tomar a diversión. Eso espero. Por el momento, parece, que estas vacaciones va a usar sólo las bombachas para flirtearle al agua.

Luz se apresta a abandonar su infancia (en lo que tiene esta palabra de literal, eh...) y por estos días no se cansa de lanzar y lanzar las nuevas bolas verbales que la entusiasman: "ropa", "tapa", "uuuh" (que es como reproduce su nombre), "bien" como respuesta al saludo interrogatorio: ¿cómo andás? / ¿cómo estás?

Por mi parte, yo ando muy bien, feliz puedo decir, con esta nueva rutina permisiva que me tiene leyendo como no pude en el año, escribiendo, corrigiendo e inspirándome con álbumes de fotos ajenas de familias, recetas de cocina, labores manuales, indumentaria de muñecas, juguetes de hilo, países lejanos, aguas saladas, niños y mucho, tanto color.En fin, soy la que vaga extasiada por galerías de imágenes, de belleza huérfana, quizá cuestionable, apenas colectiva. Galerías momentos-cero de lo que copiaré.

Internet, ciudad del siglo XXI, reprodúcenos.


*

martes, enero 13, 2009

un dios cotidiano


Moka de Mark Ryden

viernes, enero 09, 2009

Enero 100% seda



buenos aires no se vayan
sin decirme a dónde van,
no queda nadie.

jueves, enero 08, 2009

Destete

El día corre lento, el río de leche quiere detener su curso ya,
la ceremonia duele. No quiero negarme a ella
pero cruje el tiempo de las decisiones contra todo el ancho
de esta seda frente al sol.


Achino los ojos y sé
que el instante en que devine madre fue después,
mucho después, de haber oido el llanto bajo la montaña,
eso fue perplejidad. Dejaría de cruzar las manos
sobre el calor de la cima, de indagarla
en mi perfil sobre el espejo una y otra
y otra vez.

Madre amarrada me hice después, y para no volver,
de nadar una noche en toda el agua de una gota
de su desesperación, en la boquita a 180° desplegada
para el show maxivibrante de una campanilla
que se ahogaba, que hacía temblar la habitación.
Esa cosita sufría y yo
no puedo ver sufrir a lo que llamo miedo.
Miedo es amor.

En enero pasa poco y nada, la jornada se teje con naturalidad
en la nobleza de la calma.
Estoy sentada durmiéndome y los pedidos salen sólos
de unas teclas negras,
sobre ellas los dedos de la que maneja
sueñan con un corral que va
quedándose vacío. El líquido cumplió su cometido ya
y los algodones animados, corderos sin cara,
huyen satisfechos después de saltar. Ninguno chilla.
Crecen y dirigen su dirección a las nubes
porque quieren perderse.

Cada uno tiene impreso con dolor
un número en la nalga. Sigue el miedo
pero falta menos.



*

viernes, enero 02, 2009


Con el té de vainilla todo vuelve a empezar. Hoy no hay leche ni alimentos sólidos para el desayuno. Necesito drenar, desintoxicar. Son las once de la mañana de un día inusual y lento. Acabo de empezar mi turno labural. No tengo ganas de oir mensajes en el contestador así que los borro. Como a la gente de las calles, de las filas en los bancos. Los días de desierto en la ciudad, los dos o tres gatos locos que hay dicen cosas demás. Para integrarme al clan social hago chistes o digo algo atrevido pero mi voz sale como de otra. A algo en mí le cuesta hacerse cargo.
Hoy es el primer día hábil del año, me atribuyo ciertas licencias. Después de todo, estoy acá sin haber pedido el día ni presentado excusas. En la memoria de mis ganas, sigo en la cama, haciendo puente entre ellos, los que sueñan, conectados a mí. Como los días en que no quiero levantarme y menos vestirme, llevo todo negro y lentes de sol.
El 31 a la noche en varias esquinas vecinas se quemaron muñecos. Sobre la calle de tierra, en una de las quemas que presencié hubo un papel con letras grandes que decía Pereza: tardó en arder. Le saqué varias fotos al fuego abriéndose camino con lo malo del año entre el polvo seco. Alrededor, helaba como invierno en las narices rojas de la gente, los pies en ojotas muy pálidos, los labios morados. Más temprano, en el comedor vestido con mesa larga para el brindis, todos debieron sacarse por respeto las capuchas y desnudar un deseo. Un deseo en voz alta por persona y una uva pasa. Esa vez en mi caso la voz de nena que salió fue enteramente propia.
Agarro mi vieja lapicera a fuente, mi puño va sólo en la agenda que estreno: Tanta fiesta consecutiva, tanto fizz y cenizas... estoy cansada, 2009, dame tregua.